La naturaleza de las adiciones hace que sea frecuente la tendencia a recaer, y que los viejos hábitos pugnen por repetirse.
Cuando esto sucede, al desviarse la persona del camino de la recuperación, pueden surgir fuertes sentimientos de culpa o fracaso, junto con recriminaciones y tendencia a la autodesvalorización.
Hace falta mucha compasión hacia uno mismo para volver al camino.
La persona que te acompaña en este camino tiene que estar atento, para guiar de vuelta de forma eficaz a la vez que amorosa.
Y si además lo hace invitando a poner consciencia al obstáculo, la crisis podrá incluso convertirse en oportunidad, ayudando a la persona a extraer aprendizajes que incluso fortalezcan su proceso.
Se considera recaída la vuelta al consumo de esos alimentos “alcohólicos” o a la repetición de conductas compensatorias (vómitos, laxantes, exceso ejercicio físico..), cuando la persona está en proceso de recuperación.
Lo cierto es que las recaídas ocurren con frecuencia durante el proceso de recuperación en la bulimia; no son, por tanto, una excepción, sino que más bien forman parte del camino de la recuperación.
Por ello, como acompañante, convendrá ayudarte a que la comprendas como un aprendizaje, y no como un error fatal en tu proceso.
PARA PERMANECER EN EL PROCESO DE RECUPERACIÓN, LO MÁS RELEVANTE SERÁ LA VOLUNTAD DE LA PERSONA: LA RECUPERACIÓN TENDRÁ QUE CONVERTIRSE EN TU PRIORIDAD VITAL, AUNQUE DURANTE EL CAMINO HAYA GRANDES OBSTÁCULOS.
Cuando la persona con conductas bulímicas comienza el camino de la recuperación, quizás sienta mucha confianza en que va a cambiar su vida dejando atrás para siempre la adicción a la comida, y que jamás tendrá un retroceso.
Pero la experiencia terapéutica indica que la fuerza de voluntad se va debilitando con el tiempo y que la recaída es algo muy habitual.
Para que el cambio sea posible, es necesario un esfuerzo sostenido para mantenerse, trabajando activamente en ti misma y empleando recursos diarios que mantengan la llama en ese camino.
Cuando la persona recae, puede interpretarlo como una señal de alarma o un recordatorio de que hay algo que le cuesta aceptar o que aún tiene que desarrollar: quizás sea el hecho de reconocerse como una persona con hábitos tóxicos o la tendencia a evitar las emociones dolorosas.
Por muy difícil que sea la situación, necesita levantarse de esa recaída, reorientar su GPS interno con amabilidad y firmeza, y seguir hacia delante.
Y para ello el “látigo interno” no es precisamente lo que más ayuda sino a la mirada compasiva.
Conviene reconocer los errores, pero también perdonarlos. La recaída es parte del proceso de recuperación.
Quedarse instalado en la vergüenza, la ira o la frustración no ayuda: pero sentir compasión y entenderse a una misma, sí.
Recuperarnos de nuestra dicción requiere esfuerzo diario, es un trabajo a tiempo completo.
“ Dejar de fumar es muy fácil. Yo lo he hecho cientos de veces”
Mark Twain
El arte de la recuperación consiste, en parte, en anticiparse al riesgo de recaer en nuestro comportamiento bulímico; es decir, en conocer aquellas situaciones potencialmente peligrosas, para así evitarlas o bien para preparar estrategias eficaces de afrontamiento.
En este sentido, la persona adicta tendrá que convertirse en vigilante de su constante parloteo mental: ese ruido de fondo del que a menudo no se es consciente y que susurra inocentemente “ hoy ha sido un día duro, por un atracón no pasa nada”
Este tipo de pensamiento se deslizan en nuestra mente de forma sigilosa, llevándonos a desear algo cada vez con más intensidad.
Y, sin embargo, cuando nos entrenamos en la auto observación, nos damos cuenta de que son tan solo voces mentales, pensamientos que van y vienen.
En un momento dado tiene mucha fuerza, pero luego se esfuman.
El cultivo de la Atención Plena nos ayuda a evitar que estos dirijan nuestra conducta.
Cuando durante el proceso de recuperación la persona se encuentra frente a determinados estímulos o situaciones de riesgo, puede experimentar de nuevo un intenso deseo de comer compulsivamente y vomitar. Puede entonces actuar de modo impulsivo, cediendo a esa presión y tentación para volver a sentir placer, alivio, concentración…
O no.
Ello dependerá, en parte, del nivel de autoconocimiento de los mecanismos de la mente adictiva, de forma que la persona pueda, a través de la auto observación, desarticularlos.
En el Método Emma, os enseño a desarticular nuestras conductas bulímicas.
En este maravilloso proceso de recuperación de la bulimia tenemos que poner especial interés en los factores de riesgo para una posible recaída.
Las siguientes circunstancias o situaciones representan una amenaza a nuestro control interno que si no sabemos manejar nos llevarán directas a una recaída.
- Estado de ánimos contra activos: enojo, ansiedad, depresión, aburrimiento, soledad, culpa, vacío, etc.
- Niveles altos de estrés, agotamiento, soledad y falta de soporte social.
- Falta de estrategias de resolución de problemas, que se puede traducir en una carencia de habilidades sociales, dificultad en la gestión del tiempo libre, etc.
- Factores cognitivos: actitudes, creencias y expectativas que refuerzan la visión
- Factores ambientales: fácil accesibilidad a la comida o a nuestros comportamientos bulímicos, cambios importantes en nuestra vida, conflictos interpersonales, etc.
- Factores espirituales: falta de significado y propósito en la vida, sentimiento de vacío, dificultad para experimentar alegría y goce, etc.
Determinados pensamientos y emociones nos enredan, creciendo desmedidamente como las malas hierbas en un jardín.
Esto nos impiden tener claridad y espacio interior para tomar las decisiones adecuadas, al tiempo que acerca de la posibilidad de la recaída.
Los principales elementos distractores y saboteadores del mantenimiento de la recuperación son:
Deseo sensual: es el deseo de ser feliz a través de nuestros sentidos.
Los deseos de placer forman parte de la naturaleza humana, pero, cuando son el centro de nuestra vida, se convierte en un problema.
El antídoto para el deseo sexual es la moderación.
Hostilidad: cuando no supera el deseo vehemente, aparece la hostilidad o aversión, en forma de resentimiento, envidia, celos, agresión, odio o quejas.
Con ello nos castigamos y castigamos a otros, tras una recaída, la hostilidad suele ser un estado mental frecuente. El antídoto de la hostilidad es el cultivo del amor, el perdón y la bondad.
Inquietud y ansiedad.
Se manifiesta a través de preocupaciones o de un estado de insatisfacción que agita, lo cual puede precipitar el deseo de de atracón para calmarnos.
El antídoto de la inquietud es la presencia y la atención plena a este instante.
Pereza y letargo.
La pereza es una inercia que nos lleva a la dejadez tan común en todas las personas que padecemos comportamientos bulímicos.
El letargo, por su parte, es un estado de embotamiento de la mente y un desinterés con lo que ocurre a nuestro alrededor.
Quizás hemos sido demasiado indulgentes con nosotros mismos o no hemos sabido aceptar los errores cometidos o, sencillamente, nos ha ganado el sentimiento de autolástima..
El antídoto de la pereza y el letargo es el cultivo de la automotivación y el compromiso con una rutina.
Duda e indecisión: la duda socava nuestra recuperación, la secuestra. La duda susurra: “no vale la pena, la recuperación no es para mí, nunca lo lograré.”
Dificulta o impide el compromiso firme con la propia recuperación.
El antídoto de la duda y la indecisión es el vivir de acuerdo a los propios valores y prioridades
En los primeros meses de mi imperfecta recuperación yo recaí bastantes veces.
Me sentí un fracaso muchas veces y pensé de que realmente estaba muy enferma como para realmente recuperarme.
Me autocriticaba y me castigaba y la arma favorita para castigarme era comiendo más, vomitando más y un terrible diálogo dentro de mi cabeza.
Soy una mierda, soy la persona más débil del planeta, soy una tragona asquerosa, soy patética, no valgo para nada..
Pero castigarme jamás me llevó a nada, solo me hacía caer más profundo en los brazos de la bulimia y criticarme me hacía quedarme en el ciclo vicioso todavía más tiempo.
Gracias a que poquito a poco iba subiendo mi nivel de consciencia, me di cuenta y reemplacé la crítica por curiosidad.
La curiosidad me ayudó a encontrar soluciones creativas en vez de mantenerme en el perpetuo ciclo culpa -comida -bulimia donde estuve 30 años.
Hice un constante esfuerzo por re-programarme y recordarme que recaer era algo neutral. No era ni bueno ni malo sino que era una extraordinaria oportunidad.
Las recaídas son mensajeros diciéndonos que hay algo en alguna área de nuestra vida que necesita ser cambiado de inmediato.
Aprende de tus recaídas. Recuperarse de un desorden alimenticio es un compromiso diario.
Cuando nos damos un atracón tenemos que hacer una serie de preguntas después:
¿Que comí que me detonó compulsión?
A mi me detona por ejemplo muchísimo las harinas de cualquier tipo y el azúcar y los edulcorantes en cualquier manera. Descubre que alimentos te generan compulsión y evítalos. No te veas como que eres débil por no poder comerlos como la gente “normal” sino como que tu cuerpo tiene una alergia a ellos y ya está. ABSTINENCIA.
¿Qué emoción me llevó a darme un atracón?
Saca tu lista de emociones y siente.
Es muy importante que descubras qué emociones tienes ligadas a comer compulsivamente en el segundo que las sientes.
Para poder hacerlo es preciso que empieces a saber nombrarlas y escribirlas.
¿Qué busque con el atracón? ¿de qué manera me “ayudó” a resolver ese instante?
¿Qué hubiera podido hacer diferente? ¿de qué manera hubiera podido encontrar tranquilidad y solución si la bulimia ya no fuera parte de mi vida?
¿Qué cosas haré distinto la próxima vez que sienta las ganas de darme un atracón?
Cuando contestes a estas preguntas tendrás mucho más claro qué es lo que te lleva a la bulimia. Esto lo trabajamos a conciencia en el Método Emma.
Cuando nos frotamos la herida y cedemos a nuestras adicciones, no le permitimos a la herida que cure.
Cuando, en vez de eso, nos permitimos experimentar la cualidad cruda del escozor o del daño de la herida sin frotarla, entonces la estamos dejando curar. No ceder a nuestras adicciones es el medio para curarnos; es la verdadera forma de alimentarnos a nosotros mismos.
Pema Chodron


